La exposición que se podrá visitar desde hoy en el claustro del Museo San Telmo tiene su origen en varios objetos arqueológicos hallados en la comarca soriana de Tierras Altas, entre ellos las estelas que ahora se pueden ver en el museo.
El arqueólogo e investigador Eduardo Alfaro, que trabaja en el proyecto Idoubeda oros, además de investigar estas estelas con inscripciones relacionadas con el euskera, preparó una exposición en Soria el año 2019. Antes de venir a San Sebastián, se expuso en el Museo Laboratorium de Bergara, si bien la pandemia influyó notablemente en aquel proyecto. Ahora, el Museo San Telmo ofrece una nueva oportunidad de ver la exposición.
Del 12 de noviembre de 2021 al 16 de enero de 2022, la exposición estará instalada en el claustro de San Telmo. Junto a las piezas arqueológicas, la muestra recoge, entre otros, los análisis y comentarios lingüísticos realizados por el profesor y académico correspondiente, Joakin Gorrotxategi.
De las cuarenta estelas encontradas hasta el momento en esta comarca, seis han sido recogidas para la exposición como muestra representativa. La séptima que se puede ver, por su parte, es la estela de Andrearriaga, procedente del área de la ciudad de Oiasso, en el norte de los vascones, que forma parte de la colección del Museo San Telmo y habitualmente se puede ver en su exposición permanente.
Los epígrafes romanos hallados en Tierras Altas de Soria nos proporcionan información sobre los ritos y las creencias funerarias de sus gentes en los primeros siglos de la era. Como en la mayor parte del Imperio, fueron escritos en latín, pero al mismo tiempo nos han transmitido los nombres indígenas de sus habitantes. Según las últimas investigaciones, algunos de ellos pueden explicarse a partir de la antroponimia vasco-aquitana, localizando así en las tierras vasconas de allende el Ebro testimonios de gran importancia para la historia de la lengua vasca.
El origen de la población que habitaba esa región se refleja, por tanto, en sus nombres indígenas. Antes de los descubrimientos de los últimos decenios, los escasos nombres conocidos se ponían en relación con las supuestas lenguas habladas en Soria y en el valle del Ebro, es decir, con el celtibérico y el ibérico. Pero resulta evidente la casi inexistencia de nombres celtibéricos en la región, a pesar de su cercanía a Numancia; por el contrario, muchos de ellos tienen características propias del aquitano o del vascónico, considerados fases anteriores del euskara.