“Para nosotros el rescate a Valerio Annovazzi es el ejemplo máximo del alpinismo en el que creemos. Es la mejor de las cimas. La vida es la cumbre más importante. Después del bajonazo que nos produjo de la expedición, estamos tremendamente satisfechos” resaltó la cordada formada por Alberto Iñurrategi, Juan Vallejo y Mikel Zabalza, que llegó a Loiu el miércoles a las 23.30 horas y ofreció este viernes en la tienda de WOP en Bilbao una rueda de prensa tras concluir de una manera muy especial la expedición WOPeak 2017. Sus intentos de cumbre, tanto en el G I como en el en G II, se vieron truncados por la adversa climatología. Pero quién les iba a decir que, tras renunciar a su objetivo por el mal tiempo, iban a lograr su cima más bella: salvar la vida al italiano Valerio Annovazzi. “Si no subíamos iba a morir. ¿Qué podíamos hacer?” se preguntaba Mikel Zabalza.
“Habían sido antes cinco días de mucho esfuerzo frenados por el tiempo y la situación de la montaña. Nos habíamos vaciado y dado todo, pero contra los elementos no se puede luchar” dicen. Les quedaba otro ascenso. “Preguntaron a ver por qué Valerio se había quedado arriba tras hacer cima. Llevaba tres días. “No me lo podía creer cuando nos lo comentaron. Le conocíamos del Campo Base y es majísimo. Esa misma noche salimos por la ruta normal del G II para, en un ascenso del tirón, superar casi 2.000 metros de desnivel en 12 horas. Nos lo encontramos en su tienda como un pajarito, sin fuerzas y deshidratado. Se había visto incapaz de descender. Gracias al agua y a las inyecciones de dexametasona se puso en pie. Logramos bajar al Campo 2 turnándonos entre los tres para asegurarle todo el rato. No era sencillo bajar por esa ruta con zonas heladas, fuertes pendientes, y nos apañamos bien entre los tres. Tampoco podía subir ningún helicóptero hasta allí con esas condiciones del tiempo. A medida que bajábamos, Valerio se iba recuperando y aguantó hasta el Base. Esto es mejor que subir a cualquier cumbre” dijo la expedición.
En lo referente a la expedición, antes del rescate al montañero italiano, los alpinistas estiman que “con ésta son ya dos temporadas las que hemos pasado en las morrenas del glaciar de los Gasherbrum. Y volvemos a casa con el mismo premio que el pasado verano. Además, con las sensaciones encontradas de celebrar las cumbres de algunos compañeros que han ascendido al G II por su ruta normal, los mismos días en que nosotros nos veíamos incapaces de progresar por la nuestra”. Las fuertes ventiscas y la nieve acumulada en esas rutas elegidas complicaron como hace un año el reto planteado. “Es cierto que este año las condiciones de la montaña han vuelto a ser nefastas, y que el tiempo tampoco nos ha acompañado en los momentos decisivos, pero tampoco esto nos ha de servir como excusa. Sabíamos a lo que veníamos, que nuestra apuesta era ambiciosa y que no iba a resultar tarea fácil.
Y escudarnos en este tipo de pretextos no hará que nos sintamos mejor. Hace ya unos años, un buen amigo alpinista nos comentaba que el mero hecho de salirte de una ruta normal en el Himalaya suponía de golpe rebajar un 70 por ciento las posibilidades de éxito. Y este año, al menos los cuatro grupos que intentábamos algo diferente en la zona, así lo hemos podido sentir un nuestras carnes. El intentar algo nuevo, algo distinto por estas tierras es, a menudo, sinónimo de fracaso. Si por alguien lo sentimos, realmente, es por todos aquellos que en algún momento han creído en nosotros y han apostado por nuestros objetivos, porque a la postre nosotros disfrutamos incluso de nuestros fracasos y del camino que nos lleva a ellos. Aunque el precio de salirte de la huella siga siendo caro, esperamos que no se pierda la ilusión de recorrerlo porque el premio será siempre infinitamente mayor”. Iñurrategi, Zabalza y Vallejo también dedicaron unas palabras a “Alberto Zerain y Mariano Galván quienes, desgraciadamente, se quedaron a vivir por esas tierras. Ellos, aún sabiendo que el precio podría ser el más alto, también decidieron salir de la huella”.