La Plaza Euskadi, en el barrio de Gros, acoge desde hoy la escultura del lehendakari Jesús María de Leizaola, cedida gratuitamente por la Diputación Foral de Gipuzkoa al Ayuntamiento de Donostia / San Sebastián. La obra ocupa un lugar especial, de cara al puente de Santa Catalina y al lado de un olivo, árbol que simboliza la paz.
Un acto institucional con presencia de integrantes de la corporación municipal donostiarra con el alcalde Eneko Goia a la cabeza, la Diputación, encabezados por el diputado general Markel Olano, el Gobierno Vasco, representado por el vicelehendakari, Josu Erkoreka, y miembros de diferentes partidos del arco parlamentario vasco, ha servido para inaugurar oficialmente la nueva ubicación de la escultura. En el evento ha participado, además, una nutrida representación de la familia del lehendakari Leizaola.
La escultura es obra del artista Xebas Larrañaga y está valorada en 90.000 euros. Fue adquirida por la Diputación Foral de Gipuzkoa en 2007 y, desde entonces, ha estado ubicada en el Patio de Honor del Palacio Foral, aunque siempre ha estado presente la intención de colocarla en la calle, junto al pueblo que defendió y representó. Tallada en bronce, la pieza representa Jesús María de Leizaola, de cuerpo entero, vestido con traje y gabardina y con el sombrero en la mano izquierda. Todo ello sobre una peana cuadrada del mismo nivel.
En palabras del alcalde de la ciudad, Eneko Goia, “no podemos olvidar el trabajo de Jesús María de Leizaola ni el de quienes, como él, dieron la vida por la democracia y la libertad. Ellos fueron la esperanza y el asidero de quienes creían en la paz. Símbolo de quienes creían en el futuro”.
“A quienes estamos aquí nos corresponde seguir en el camino que emprendieron. Debemos terminar el trabajo que comenzaron. Nos corresponde avanzar en el camino de la paz, la libertad y la reconciliación”, ha añadido Goia.
El diputado general de Gipuzkoa, Markel Olano, ha destacado que Leizaola fue uno de “los referentes y líderes más importantes” de Euskadi en el siglo XX, cuya figura resume y simboliza “el esfuerzo y el compromiso” de toda una generación. “Leizaola, a pesar de padecer los rigores de la guerra y del exilio, mantuvo vivas las reivindicaciones del pueblo vasco y de su derecho al autogobierno, en uno de los momentos más duros y graves vividos por nuestro pueblo. Además, conjugó siempre la defensa de Euskadi con sus firmes convicciones en favor de la dignidad de las personas, la democracia y la paz”, ha concluido Olano.