Quien más, quien menos habrá oído hablar alguna vez del gluten, un conjunto de proteínas de almacenamiento que podemos encontrar en cereales de consumo habitual como el trigo, el centeno y la cebada. En las ocasiones en las que hemos oído hablar sobre esa proteína, siempre la hemos relacionado con problemas gastrointestinales, que sufren personas con enfermedad celíaca, y la sensibilidad al gluten no-celíaca. Algo parecido ocurre con el termino FODMAP, que hace referencia a algunos hidratos de carbono fermentables presentes de forma habitual en la dieta. Si bien, en el caso de los FODMAPs, su eco en las conversaciones cotidianas de la calle es bastante más reciente y menor.
Una revisión científica realizada por integrantes del grupo de investigación GLUTEN3S de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea y BIORABA, y publicada en la revista NUTRIENTS, de alto impacto en materia de nutrición y dietética, ha ido un paso más allá. Ha dejado de lado los posibles daños a nivel gastrointestinal del gluten y FODMAP, y ha recopilado los ensayos clínicos de los diez últimos años en los que se indaga sobre la relación de diferentes desórdenes mentales y el consumo de gluten y/o FODMAP. Concretamente, el artículo recoge la información de 13 ensayos clínicos (abarcan un total de 526 pacientes) sobre el consumo de los citados componentes habituales de la dieta y desórdenes mentales como depresión, ansiedad, Alzheimer, esquizofrenia y espectro autista. Tal y como describe el artículo, “el gluten y/o los FODMAPs potencialmente ejercen cambios en la microbiota intestinal –denominado disbiosis-, alteración en la permeabilidad y absorción intestinal o inflamación, entre otros, que pueden causar alteraciones del estado de ánimo y mental”.
De acuerdo a los ensayos clínicos realizados en personas con Síndrome de Intestino Irritable, enfermedad celíaca o fibromialgia, el nivel de evidencia sobre la eficacia de una dieta sin gluten o con bajo contenido en FODMAPs, es diferente para cada desorden mental. La mayor evidencia se encuentra en que la dieta sin gluten puede reducir en las citadas personas algún tipo de síntoma relacionado con la depresión o ansiedad. En el resto de los casos, las investigaciones son escasas y menos concluyentes, lo cual hace que las posibles relaciones deban interpretarse con cautela, a la espera mayor número de evidencias.